Inauguro este blog con la que ha sido mi última lectura y
sin duda, una de las mejores que ha
pasado por mis manos.
Cien años de soledad (1967) me ha acompañado durante tres semanas
en las que la intensidad de esas casi 500 páginas plagadas de Aurelianos y José
Arcadios se ha fusiona a la perfección con esa magia tan genuina y
característica de la narrativa latinoamericana.
Primera edición de la obra, en 1967
El gran Gabriel García Márquez (Aracataca, Colombia, 1927),
nos transporta a la región de Macondo, donde generación tras generación y a
través del velo de la nostalgia y la memoria, asistimos como espectadores al
transcurrir de la vida de la familia Buendía.
Una vida cíclica, que parece no terminar nunca, que encuentra siempre
semejanzas con realidades anteriores. Una vida de la que siempre será testigo
Úrsula, eterna protagonista de la novela.
La maestría y la destreza con que el autor teje la trama de
esta historia eterna nos incita a la lectura página a página hasta que pasamos
a formar parte de esa gran estirpe familiar, de esa gran novela, que es una
novela total.
Como notable
paradigma del Realismo mágico, esta
novela cuenta con la mayoría de características pertenecientes a este estilo
literario que tuvo su eclosión a mediados del siglo XX, tales como la presencia
de elementos mágicos, muchas veces
intuitivos que nunca acaban de ser explicados por el autor, sino que la
interpretación queda en manos del lector. Por otra parte, y este es un rasgo
absolutamente esencial de la obra, encontramos el tiempo cíclico, que huye de la linealidad habitual llevando la
trama a un eterno retorno por el que
siempre acabamos encontrando episodios ya de algún modo leídos, que toman nueva
forma y que protagonizan nuevos personajes. Esto lleva, en consecuencia, a la distorsión del tiempo, a numerosos
pasados que crean nuevos presentes y futuros.
El fenómeno de la muerte aparece como algo
curioso, pues parece que los vencidos por la vida nunca acaban de abandonar
la casa, siguen pululando por sus
estancias como parte elemental de la historia.
Y sobre todo,
la fusión de la realidad y la fantasía
como estilo literario, esencial en el Realismo mágico, y muy presente en Cien
años de soledad. Asistimos a la narración de hechos reales que no escapan de
una connotación fantástica y legendaria y que difícilmente puede escapar a la
percepción del lector
Desde mi punto de vista no creo que haya que hablar del
argumento de la novela ni de sus personajes, y no porque no valga la pena. Lo
vale, y mucho. Todas y cada una de sus páginas merecen ser leídas con la más
rigurosa atención. Hay que leerlo, hay que sumergirse en esa pequeña aldea, en
sus calles y habitantes, en sus personajes, todos ellos con ese punto de locura
tan entrañable y que hacen de esta una historia memorable que pervivirá,
por más que pasen los años, como una de
las grandes historias de la literatura hispanoamericana y también universal.
Rescato, eso si, algunos párrafos que no he podido dejar de
subrayar en el libro y dejar en un pequeño rincón de mi memoria.
A veces permanecían en silencio hasta el anochecer, el uno
frente a la otra, mirándose a los ojos, amándose en el sosiego con tanto amor
como antes se amaron en el escándalo. La incertidumbre del futuro les hizo
volver el corazón hacia el pasado.
Aturdido por dos nostalgias enfrentadas como dos espejos,
perdió su maravilloso sentido de la irrealidad, hasta que terminó por
recomendarles a todos que se fueran de Macondo, que olvidaran cuánto él les
había enseñado del mundo y del corazón humano, que se cagaran en Horacio, y que
en cualquier lugar en el que estuvieran recordaran siempre que el pasado era
mentira, que la memoria no tenía caminos de regreso, que toda primavera antigua
era irrecuperable, y que el amor más desatinado y tenaz era de todos modos una
verdad efímera.
Enhorabuena Victoria eres toda una artista de la palabra. Estaba deseando poder leerte y a partir de hoy te voy a seguir como tu ferviente admiradora. Espero que escribas mucho más y yo pueda disfrutarlo. Me ha encantado tu visión sobre "Cien años de soledad", como ya sabes yo lo leí hace años y lamentablemente no supe sacarle todo el jugo que tú sí has hecho. Me han entrado ganas de hacer una relectura y apreciarlo como se merece.
ResponderEliminarPro cierto, el título "Entre nubes de tinta" es todo un acierto!! :)